Posición de asiento y postura
Posición de asiento y postura
Tocar con una técnica de piano correcta no consiste sólo en pulsar las teclas que corresponden. Todo influye en el sonido del piano: desde la forma en la que te sientas hasta la manera en la que dejas caer los dedos sobre el teclado. Sentarse de forma correcta y mantener una postura firme te permitirá trasladar la energía de todo tu cuerpo a las puntas de los dedos. Si consigues dominar esto, podrás tocar con mayor expresividad y manejar un amplio rango dinámico.
No se trata solo de mejorar tu destreza en el piano. La técnica incorrecta hace que incluso lo más básico se te haga pesado y complicado, y puede suponer una tensión innecesaria para el cuerpo. Una mala postura al sentarse puede causar dolores o molestias en los hombros, el cuello y la espalda. Una mala técnica con las manos puede provocar rigidez en los dedos y limitar su agilidad incluso más allá del teclado. Si alguna vez has sufrido molestias después de escribir o de teclear todo el día, sabrás lo que se siente.
Corregir una mala técnica puede ser complicado, por lo que es importante desarrollar buenos hábitos desde el principio. Este capítulo abarca todos los elementos de una técnica de piano adecuada, desde la preparación del entorno donde tocas hasta la interacción de los dedos con las teclas. A medida que vayas progresando, es conveniente que vuelvas a este capítulo para ajustar y corregir continuamente tu técnica.
Colocación del asiento y postura de la parte inferior del cuerpo
No importa qué clase de asiento utilices mientras éste sea cómodo, robusto y esté regulado a la altura correcta para ti. La mejor opción es un banco o taburete ajustable específico para tocar el piano. Si se da la casualidad de que dispones ya de una silla con la altura perfecta para ti, estupendo, pero esto es poco probable.
Coloca el banco o taburete en paralelo al centro del teclado, ajustando la distancia del piano para que puedas alcanzar todas las teclas manteniendo una posición cómoda de las manos (ver más abajo). Si utilizas un banco para piano de cola, no utilices toda la superficie. En su lugar, siéntate o apóyate en la mitad delantera, lo que te permitirá tener mayor fuerza para mover los pies hacia arriba y hacia abajo a la hora de pisar los pedales.
Relaja los hombros y procura que estén alineados y de forma paralela al teclado, o un pelín más altos si quieres ganar en fuerza. Esto significa ajustar la altura. Si utilizas un soporte para tu teclado, puedes ajustar éste; pero los pianos acústicos o eléctricos son fijos, así que tendrás que ajustar el asiento. Si sigue estando demasiado bajo para ti, puedes añadir altura poniendo una esterilla o un trozo de alfombra. No importa lo que utilices mientras que no sea un cojín. Debe ser algo cómodo pero firme.
Coloca los pies firmemente sobre el suelo, alineados con tus rodillas y sin meterlos bajo el asiento o abriéndolos hacia los lados. Más tarde, verás que es importante poder mover los pies libremente desde su posición de descanso para utilizar los pedales. Algunas piezas requieren un constante accionamiento de los mismos, por lo que debes tener esto en cuenta a la hora de conseguir una posición cómoda.
Si no consigues colocar los pies de esta forma ni mantener los brazos en la posición correcta, siempre puedes poner una alfombrilla o esterilla en el suelo. De nuevo, procura que sea algo firme y cómodo. Debes conseguir un ángulo de unos 90 grados en tus rodillas, sin necesidad de que este sea exacto.
Postura adecuada de la parte superior del cuerpo
Si bien es cierto que las únicas que tendrán contacto con las teclas serán las puntas de tus dedos, también es verdad que no sólo tus dedos se encargarán de hacer todo el trabajo. Tocar el piano requiere la implicación de todo el cuerpo. Esos concertistas de piano a los que ves realizando movimientos espectaculares controlan al milímetro lo que hacen. Simplemente, están transfiriendo energía de todo su cuerpo a las teclas. Sigue leyendo esta guía en la que te ayudaremos a conseguir lo mismo.
Siéntate erguido con la espalda recta. Imagina que hay una línea que va desde el asiento hasta tu coronilla, pasando por tu columna vertebral. Quizás te resulte incómodo sentarte de esta forma al principio, sobre todo si tienes costumbre de sentarte en sillas donde puedes descansar tu espalda. No te preocupes, tu torso se fortalecerá rápidamente y la postura se te hará cada vez más natural.
Relaja los hombros y contén el impulso de encorvar la espalda. Tu cabeza es pesada, por lo que debes evitar inclinarte para mirar las teclas, de lo contrario pondrás presión sobre tu espalda y hombros. Si sueles acumular tensión en los hombros, como le pasa a mucha gente, muévelos en círculos un par de veces hacia atrás y luego deja que los brazos cuelguen sueltos a los lados.
Una vez te sientas cómodo, coloca las manos a ambos lados del centro del teclado. Tus dedos deben estar paralelos a las teclas, flotando en algún lugar sobre el centro de las teclas blancas cerca de donde comienzan las teclas negras, no en el borde.
Mientras mueves los dedos a lo largo del teclado, tus codos deben acompañarles en un movimiento suave y fluido. Cuando separes las manos para alcanzar ambos extremos del teclado, tus brazos se extenderán hasta alcanzar una posición cómoda. Para tocar las teclas que quedan en el centro, mantén las muñecas sueltas y deja que las manos giren una hacia la otra para evitar tensiones.
Unas muñecas flexibles y relajadas te permitirán convertir el peso de tu brazo en energía para tocar. La gravedad será aquí tu aliada, así que debes mantener tu muñeca suelta. Esto hará que tus movimientos sean más naturales y menos bruscos, ayudándote a conseguir un mayor rango dinámico.
Error común: rigidez en las muñecas y antebrazos
Debemos hacer hincapié en la importancia de dejar que la energía fluya a través de tus antebrazos y muñecas hasta los dedos. Si mantienes éstos rígidos, perderás control sobre el sonido y tendrás molestias que pueden convertirse en lesiones si no corriges esto a tiempo. Relaja las muñecas y aprovéchate de la gravedad, imaginando de qué manera dejarías caer tus manos y brazos a través del teclado si no estuviese ahí.
Pon atención a tus dedos e imagina que estás sujetando una pequeña pelota en cada mano. Éstas deben estar huecas, redondeando los dedos y los nudillos alrededor de esta pelota imaginaria. Si no consigues visualizar eso, prueba a poner la mano sobre tu rodilla de forma que quede cubierta. Entonces lleva tu mano de nuevo al teclado manteniendo esta misma posición.
El dedo meñique es el más pequeño y débil, por lo que es común tener la mala costumbre de mantenerlo recto. Esto hará que tu mano se contraiga e impedirá que desarrolles fuerza en dicho dedo. En su lugar, cúrvalo como los demás. Como es más corto, no podrás doblarlo tanto, pero no importa. Encuentra una posición cómoda en la que sólo la punta del dedo toque la tecla.
El dedo pulgar es la excepción a la regla de mantener tus dedos curvados. Manténlo recto pero relajado, dejándolo caer en la tecla sobre su lateral cerca de la punta.
Error común: doblar las puntas de los dedos hacia atrás
A la hora de tocar, tus dedos deben mantenerse curvados y firmes. No obstante, como esta no es una postura natural para ejercer presión, los principiantes suelen cometer el error de dejar que sus dedos se doblen hacia atrás en la primera articulación. Esta mala postura hará que toques más lenta y abruptamente e incluso puede dañar la articulación.
Para evitar esto, puedes ejercitar tus dedos utilizando una masilla específica o diversas herramientas, aunque en la mayoría de casos, sólo es cuestión de prestar atención mientras tocas. Procura pulsar las teclas con la punta de los dedos, como si estuvieses mecanografiando, y verás cómo empiezan a desarrollar fuerza en poco tiempo.